Publicado el 16 de agosto a las 19:00 GTM
LaVozObrera.com.ve .- 20 años de ocupación e intervención militar hicieron de Afganistán el epicentro de la guerra más larga y costosa de Estados Unidos. Hasta marzo de 2019, según datos del Departamento de Defensa, el gasto militar rondaba los 760 mil millones de dólares.
Sin embargo, la cifra podría alcanzar el billón de dólares, un monto astronómico representativo del 5% del PIB estadounidense, según el The Costs of War Project, que asegura que el cálculo del Pentágono subestima un conjunto de gastos adicionales con contratistas.
:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/H37GY2LYT5FJBGDR5QAY7AY6M4.jpeg)
Después de 2012, frente a los pocos avances militares contra la estructura del Talibán, EE.UU. reorientó su estrategia hacia el entrenamiento, capacitación y equipamiento logístico de las fuerzas militares afganas para combatir en el terreno. Una estrategia que también falló.
Más allá del despilfarro de recursos económicos en una guerra en la que EE.UU., como se demostró en la filtración de documentos clasificados bajo la etiqueta de “Afganistan Papers” en 2019, nunca tuvo seguridad de poder ganarla, hay otros componentes a señalar
Tambien Puedes Leer:
La nueva situación en Afganistán con el retorno del Talibán parece indicar con bastante firmeza la culminación de una era marcada por el excepcionalismo militar estadounidense y el poder decisivo de su ejército convencional en áreas críticas de la geopolítica global.
Con esto EE.UU. acaba de perder el estatus de “ejército más poderoso del mundo” auto adjudicado tras el final de la Guerra Fría, y con el cual inauguró un despliegue inédito de intervenciones sangrientas en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Irak otra vez, Libia, Yemen y Siria.
El presidente afgano dice que se marchó para evitar “un derramamiento de sangre”
También se ha desplomado el paradigma de la “construcción de naciones” vigente desde la era Nixon hasta la dupla Bush-Rumsfeld, según el cual EE.UU. tenía la misión de universalizar los valores democráticos liberales y crear nuevos Estados con intervenciones militares.
El cierre catastrófico de este paradigma, que articula el pensamiento estratégico imperial desde la Guerra de Vietnam, indica que la geopolítica mundial oficializa su nueva configuración multipolar con centro en Eurasia, sobre los escombros colaterales que va dejando EE.UU.